La gamificación como fuente de aprendizaje
Con los juegos aprendemos que la práctica hace al maestro. Que para poder "pasar de pantalla" (como se decía en mi época) y avanzar en el rescate de la princesa debemos ensayar muchas veces antes de alcanzar el desafío. Y que una vez que alcanzamos la meta, la realidad nos puede proponer un nuevo nivel y que esto nos hace darnos cuenta que debemos seguir entrenando para esta nueva etapa y superar esto que nos plantea.
En los videojuegos esto es algo de nunca acabar, y el juego nos invita a ser cada vez más persistentes en esta dinámica.
Aprendemos también a ir ganando recursos, a cuidarlos, dosificarlos y a volcarlos todos juntos cuando es necesario.
Por otra parte, mientras jugamos las emociones también juegan y en esta realidad "que en realidad es un juego" nos enojamos, alegramos, disfrutamos y nos proponemos seguir adelante pese a que a veces nos frustramos.
En los juegos a veces perdemos una vida, y sin problema, comenzamos de vuelta. No existe problema en ello y por ello vamos para adelante sin importar. Es decir, sin problema, volvemos a empezar de cero (sin aferrarnos a lo que habíamos alcanzado en la vida jugada previamente). Esto nos hace ser perseverantes y mantenemos nuestra motivación de alcanzar el desafío.
También aprendemos que existen reglas, que existen escenarios, que hay cosas y hechos que no controlamos, pero intuitivamente vamos adecuándonos a lo que va sucediendo y superando las dificultades.
Si será rica la experiencia de jugar.
Y si tendremos cosas que aprender a raíz del juego.
Aprendemos sobre nosotros, sobre los equipos que armamos, de cómo nos comunicamos y sobre sí nos organizamos para poder seguir avanzando o no.
Jugar nos prepara en una realidad distinta (la del juego), a poner en práctica habilidades que de por sí ya tenemos incorporadas, tanto en el juego como en la realidad.
Solo es cuestión de visualizarlas, entenderlas e canalizarlas.
#imperio #gamificación #homoludens
AUTOR: Lic. Lucía Malián